Entre el thriller
psicológico y los relatos de género negro habría que situar esta novela
de Canabal. Aunque al margen de etiquetas lo que contiene es una historia
ambigua sobre el protagonismo del dinero y la búsqueda del placer en la vida de
unos personajes que quieren ser reflejo de la complejidad de la mente humana. Y
lo son, pero más que de esa complejidad trata de la turbiedad de sus resortes,
pues forman parte de un sofisticado enredo en el que las disquisiciones
psicológicas priman sobre una trama que desatiende acción y suspense
desajustando su móvil por servir a un discurso sobre los fundamentos de la
psiquiatría para justificar el desatino de un cuadro poco creíble.O lo
que es lo mismo, leemos una novela que quiere responder a tantos frentes de
interés que pierde de vista uno fundamental: el de los fueros de la ficción. A
pesar de todo, merece la pena destacar el enorme esfuerzo de documentación sobre
cuadros clínicos y patológicos en una trama múltiple que combina extraños y
numerosos asesinatos, en el escenario de un hospital psiquiátrico madrileño; de
ahí la idea de combinarlos con un argumento asentado sobre una trabajada
composición estructural para dejar que unos y otros -psiquiatras, jueces y
pacientes- intervengan a través de monólogos, diálogos y conciencias que fluyen
sin la mano de un narrador que los gobierne. Y de ahí que la intriga se diluya;
que tanto exceso enturbie un trabajo interesante pero poco logrado en el doble
objetivo de inquietar y entretener al que debe aspirar esta clase de novelas.
PILAR
CASTRO, EL CULTURAL, EL MUNDO, Egatorre.